¿Cuántos años de práctica me tomará dominar el arte de beber té?
¿Algún día dejaré de ser Yoshiro y me convertiré en Rikyu? ¿Algún día podré ser Rikyu para aspirar a ser Koji? Aunque llegara a ser Rikyu, necesitaría un emperador que me diera permiso para llamarme Koji. ¿Dónde va cada taza irrepetible? Solo podemos encontrarnos una vez en toda la eternidad. Hay tanta belleza en el suiseki bajo el kakemono como hay fealdad en un cartel de papel colgado sobre una piedra. ¿Cuántas tazas de té debo beber para llegar a la maestría del té-bebedor? ¿Y cómo acumulo mérito si cada taza es irrepetible? La armonía de tomar una taza entre mis manos y dejarla caer, estrellarse en el suelo y hacerse añicos. El respeto de aceptar la irreverencia. La pureza de un grano de sal metido en la comisura de mi ojo. Y la tranquilidad de dejarme cortar la cabeza. ¿Cuántas tazas irrepetibles de té debo beber para lograr eso? No hay kakemono sobre mi piedra. No hay suiseki bajo mi cartel. Y sin embargo no hay irreverencia. Si tienes sed, ese es un buen motivo para beber té. Si tienes sed, no necesitas otros motivos.
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¿Te duele mi pie? ¿Me duele el tuyo? ¿Cuántas veces debe girar una rueda para no moverse de lugar?
La historia de mi vida no es mi vida. Las indicaciones para llegar a la montaña no son el viaje a la montaña. La equis en el mapa es una mancha de tinta y el tesoro está en otro lado. ¿Cuál de todos los budas es el más buda de todos? El brillo de la luna es un engaño. Ningún buda puede iluminarte. Acepta a la luna con una sonrisa. Deja de preocuparte. ¿Cuál es el sentido de ponerle un esmoquin al muerto? A los gusanos no les importa tu etiqueta. Una luz que te ilumine no te hará iluminado. Si frotas tus ojos lo suficiente, te quedarás ciego. No hay nadie para abrirte la puerta. Porque no hay puerta. |