El reflejo de la luna es solo eso: un reflejo.
Enamorarse de la luna es igual que enamorarse de su reflejo. A cada instante pierdes una oportunidad de lograr ese momento extraordinario en el que te das cuenta de que no hay momento extraordinario. Si el maestro te invita a recostarte en la ladera de la montaña, y tú solo puedes pensar en que te revelará el profundo secreto del universo, ya has perdido la oportunidad de darte cuenta. El mayor secreto es que siempre supiste el secreto. El maestro solo puede mostrarte las estrellas, pedirte que oigas los ladridos de los perros callejeros, invitarte a que escuches sus llanas palabras. Y tú no puedes más que ver las estrellas, oír los ladridos, escuchar sus palabras. El único poder que existe es el poder de darse cuenta. Entender la mente ordinaria es entenderlo todo. Mirar el cielo anochecido y ver la ordinaria luna rodeada de ordinarias estrellas. Mirar el ordinario estanque y ver el ordinario reflejo de la luna en sus aguas. Suelta el reflejo de la luna que solo puede escurrirse entre tus dedos. Suelta también la luna, que no es más que su reflejo. No importa lo dulce que pueda ser el sabor de la miel: no es igual al sabor de tu propia lengua. Pero solo porque no te das cuenta. Aun si pudieras extender el brazo y agarrar la luna, ¿qué harías con ella? Aunque no te des cuenta, siempre has tenido la luna en tus manos.
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Para hacer una hamburguesa solo necesitas pan y carne. Tú le puedes poner un montón de ingredientes más si quieres. Pero la hamburguesa es pan y carne.
Pan. Y carne. Si a ti te gusta el queso tal vez quieras cuestionarme que lo considere innecesario. Igual que si te gusta el tomate o la lechuga. Pero puedes preparar una hamburguesa sin queso y seguirá siendo hamburguesa. Puedes prepararla sin tomate, sin lechuga. Seguirá siendo hamburguesa. Puedes decirme que en tu casa siempre preparan la hamburguesa con queso. Pues qué bien: me alegro por ti. Tu hamburguesa no es más hamburguesa que la mía. ¿Me dices que tiene más sabor? He probado muchas hamburguesas en mi vida, y me quedo con el sabor minimalista. Pero incluso admitiendo algún tipo de beneficio a agregarle otros ingredientes, eso no hace que la hamburguesa de carne y pan pierda su hamburguesidad. Yo afirmo que la hamburguesa sin queso es tan hamburguesa como la hamburguesa con queso. ¿Me dices que tu libro de recetas especifica que tienes que agregarle queso? Lo más triste de todo es que la receta no puede saciarte el hambre. Es la comida lo que comes. No importa cuánta sal le pongas, el papel de tu libro de recetas seguirá siendo soso. Y mientras te debates por los ingredientes extras de tu hamburguesa, yo ya le di un mordisco a la mía. Preocuparse por los ingredientes es un sinsentido. Agrégale queso, huevo, tomate. No es más hamburguesa que antes. No importa cuántos ingredientes extras le agregues, mañana volverás a almorzar. ¿Me dices que el mejor chef de París le pone queso a la hamburguesa? Pues si algún día lo llego a conocer, lo invitaré a probar mi hamburguesa de pan y carne. Tú me has mostrado el libro de recetas y la opinión de los grandes chefs. Toda autoridad se derrumba en el primer mordisco que le doy a mi hamburguesa. No puedes negar la hamburguesidad de mi pan y carne. Imagínate una manzana. Piensa en la manzana. Cierra tus ojos un segundo. ¿Qué ves?
Todo lo que ves es tu mente. ¿Lo entiendes? Ahora vé más allá. Tu mente ni siquiera es tuya. No hay "tuyo" No hay. No. ¿Puedes verlo? ¿Cómo puedes verlo? ¿Puede un ojo mirarse a sí mismo? ¿Y cómo puedes verlo entonces? No hay lugar para suposiciones. Puedes rendirte. Pero ríndete con todas tus fuerzas. Haz de tu camino un camino de rendición. Incluso hubo maestros que se rindieron. Fueron asesinados, torturados, martirizados. Pero la peor tortura es vivir con miedo. Lo que sabes es lo que te hace vivir así. Abandona todo y sé feliz. Suelta "tu" mente. Deja de pensar. Ahora mismo. Los pensamientos no son tuyos. Tú crees que son tuyos, pero no lo son. Deja de pensar. Si aparece un pensamiento, obsérvalo. No pienses en él. Así como vino, así se irá. Anicca... ¿Me creerías si te digo que tengo un vecino que puede atravesar paredes?
¿Me creerías si te digo que mi vecino puede caminar sobre el agua y penetrar la solidez del suelo como si fuera agua? ¿Y si te digo que mi vecino puede volar, puede escuchar todo lo escuchable en este mundo? ¿Y si te digo que puede captar tu esencia con solo mirarte? ¿Me crees? Y si te digo que mi vecino es Buda, ¿me crees? ¿Por qué quieres seguirme? Yo no voy a ningún lugar. ¿Por qué quieres seguir a alguien? Nadie sabe hacia dónde está yendo.
No hay ningún lugar adonde ir. Algunos lo saben y otros no. Si ves a un par de personas mirando al cielo, te pones a mirar el cielo. Si ves a un par de personas salir corriendo, te pones a correr. Si ves gente caminando en una dirección y te pones a caminar en la misma dirección, los estás siguiendo. Si ves gente caminando en una dirección y te pones a caminar en la dirección contraria, también los estás siguiendo. Leí en un libro sagrado que las tortugas hablan. Busqué una tortuga y traté de hablar con ella. ¿Tuve la mala suerte de encontrarme con una tortuga muda? O tal vez esa tortuga no leyó el mismo libro que yo y no estaba enterada de que tenía la capacidad de hablar. Si quieres convencerme de que las tortugas hablan, haz hablar a una tortuga en mi presencia. Yo no quiero convencerte de nada. Yo no voy a ningún lugar. Y, a pesar de que no te des cuenta, tú tampoco vas a ningún lugar. No me acuses de nihilismos. Porque no hay rótulo para esto. Si me sigues, me sigues. Si no me sigues, también me sigues. Deja de seguirme. Deben ser abrigados. Pero el color está difícil. Lo lógico es que hagan combinación con su traje tradicional, el cual sí conocemos. Tal vez verde, tal vez rojo. Definitivamente con dibujos de arbolitos.
Sería imposible que sean de color negro. El negro no va con él. Entonces queda descartado el negro. Los mejores candidatos actualmente son el rojo y el verde. Sabemos que sus asistentes suelen usar ropa verde, así que eso apoya la hipotesis verde. Sabemos que su traje es mayormente rojo, así que eso apoya la hipótesis rojo. En este punto hay personas que ya se arriesgarían a apoyar una de las dos hipótesis como cierta. Pero lo correcto es racabar más información. Siguiendo con la indagación, un punto importante a tener en cuenta es que, siendo que tiene dibujos de arbolitos, y los arbolitos son verdes, lo lógico es que el fondo sea rojo para hacer contraste. No tendría sentido que los arbolitos fueran rojos y el fondo verde. Creo que la pieza que completa el rompecabezas es Rodolfo. Su nariz es roja. Esa información da mayor peso a la hipótesis rojo. Repasemos: Abrigado, con dibujo de arbolitos verdes. Y rojo. Porque combina con el resto de su traje. Por la nariz de Rodolfo. Por el contraste con los arbolitos. Definitivamente rojo. No hace falta ser Sherlock Holmes para deducir el color de los calzones de Papá Noel. ¿Cuántos años de práctica me tomará dominar el arte de beber té?
¿Algún día dejaré de ser Yoshiro y me convertiré en Rikyu? ¿Algún día podré ser Rikyu para aspirar a ser Koji? Aunque llegara a ser Rikyu, necesitaría un emperador que me diera permiso para llamarme Koji. ¿Dónde va cada taza irrepetible? Solo podemos encontrarnos una vez en toda la eternidad. Hay tanta belleza en el suiseki bajo el kakemono como hay fealdad en un cartel de papel colgado sobre una piedra. ¿Cuántas tazas de té debo beber para llegar a la maestría del té-bebedor? ¿Y cómo acumulo mérito si cada taza es irrepetible? La armonía de tomar una taza entre mis manos y dejarla caer, estrellarse en el suelo y hacerse añicos. El respeto de aceptar la irreverencia. La pureza de un grano de sal metido en la comisura de mi ojo. Y la tranquilidad de dejarme cortar la cabeza. ¿Cuántas tazas irrepetibles de té debo beber para lograr eso? No hay kakemono sobre mi piedra. No hay suiseki bajo mi cartel. Y sin embargo no hay irreverencia. Si tienes sed, ese es un buen motivo para beber té. Si tienes sed, no necesitas otros motivos. ¿Te duele mi pie? ¿Me duele el tuyo? ¿Cuántas veces debe girar una rueda para no moverse de lugar?
La historia de mi vida no es mi vida. Las indicaciones para llegar a la montaña no son el viaje a la montaña. La equis en el mapa es una mancha de tinta y el tesoro está en otro lado. ¿Cuál de todos los budas es el más buda de todos? El brillo de la luna es un engaño. Ningún buda puede iluminarte. Acepta a la luna con una sonrisa. Deja de preocuparte. ¿Cuál es el sentido de ponerle un esmoquin al muerto? A los gusanos no les importa tu etiqueta. Una luz que te ilumine no te hará iluminado. Si frotas tus ojos lo suficiente, te quedarás ciego. No hay nadie para abrirte la puerta. Porque no hay puerta. ¿Cuántas lunas de Júpiter están en cuarto menguante esta noche? ¿Hay algún eclipse programado para la hora del té? Me dicen que Júpiter tiene 67 lunas, pero solo cuatro son sus favoritas. ¿Por qué Galileo no supo esto? Si lo hubiera sabido, no se hubiera retractado. ¿Hay más teteras orbitando alrededor de la Tierra que alrededor de Júpiter? ¿Y qué planeta tiene más Biblias en su órbita? Hasta hace unos momentos tal vez no sabías que Júpiter tiene 67 lunas. Galileo nunca supo esto. Bellarmino tampoco lo supo, y nunca quiso saberlo. Pero tal vez Júpiter tiene 68 lunas y hay una luna que aún no se ha descubierto. Tal vez la luna número 68 nunca será descubierta.
Conclusión: Júpiter tiene 68 lunas y tú estabas equivocado. Mi sombrero no es mi cabeza. Mi cabeza no existe. ¿Para qué quiero un sombrero? La gente usa sus sombreros para poner botes, balsas y barcazas en ellos. Cuando salgo a pasear, veo más barcos en sombreros que en los lechos del río.
Tu sombrero no es tu cabeza. Tu cabeza no existe. ¿Cuándo fue la última vez que viste tu propia cabeza? Y no estoy hablando de una fotografía, un video, o el reflejo de un espejo. De todas formas, ¿para qué sirve una cabeza? Si tuviera cabeza no sabría darle utilidad. Algunos dirán que la cabeza sirve para llevar sombrero. Y por supuesto que los sombreros sirven para poner botes, balsas y barcazas en ellos. ¿Quién fue el tonto que dijo que después de haber cruzado el río hay que dejar la balsa? La barcaza es un accesorio imprescindible del sombrero. El sombrero es un accesorio imprescindible de la cabeza. Pero la cabeza es prescindible. Y sin embargo, me dicen que hasta las cucarachas mueren eventualmente si se les quita su cabeza. ¿Y eso a mí qué me importa? ¿Acaso soy una cucaracha? Mi cabeza no existe, lo cual me ahorra la preocupación de tener que pensar en qué sombrero me pondré hoy. Lo cual me ahorra la preocupación de tener que pensar en qué balsa pondré en el sombrero. Se vive mejor sin cabeza. Y se muere mejor también. Hasta las cucarachas con cabeza mueren eventualmente. |